domingo, 28 de agosto de 2011
Recuerdos vs ficción.(No crea nada de lo aquí escrito)
Nací en el distrito federal esto es algo que me gusta recordar, soy chilango, aun que crecí en tres lados diferentes, una de las casas de mis padres estaba en la magdalena Contreras cuando aun en su mayoría de ella era bosque, la tierra era recia casi una roca, mi abuelo mauro tenía que pulverizarla para poder cultivar una huerta con calabazas, chile manzano, maíz, moras, higos, árboles de duraznos, ciruelos y aguacate.
Cuando no había kinder o no me llevaban por alguna razón, me gustaba escaparme con mí Abuelo para que me platicara una y otra vez la historia de cada árbol, cuando lo había Sembrado, por que y quien le ayudo Hacerlo, recuerdo que la que mas me gustaba escuchar era la de el árbol de durazno que le ayudo a sembrar mi madre cuando era niña, por que le gustaban mucho las flores y el olor que este desprendía, también me gustaba mucho escuchar como los aguacates que sin permiso germinaron, mis tías y tíos se reñían adjudicaban su siembra, después me cargaba y me hacia arrancar unos cuantos frutos y entre los dos desprendíamos una especie de pulgones de los árboles de aguacate, después hacia que mi madre o alguna de mis tías los friera en un sartén, mientras me mandaba con un primo mayor (que para ese momento ya había sido atraído por el aroma), a la tortillería que estaba a dos cuadras y que era de un personaje muy extraño, un andrógino muy raro, Que practicaba lucha libre de esos que llaman exóticos de melena larga pintada de rubia y de musculatura aplastante, yo lo miraba con temor le dejábamos el dinero en la mesa y salíamos corriendo, no sin antes sacar de una maquina unos chicles duros que sabían a petróleo antes de llegar a la casa.
El aroma sabroso que desprendía los pulgones al ser cocinados ya nos esperaba y no había tiempo que perder, después de comer un taco de estos insectos que llamaban jumiles con su aguacate claro, me sentaba a ver, el espectáculo de como mi abuelo mordía los temidos chiles manzanos que de solo olerlos y ver su rostro colorado me lloraban los ojos, me ardía el estomago y se me adormecían los labios, yo esperaba inquieto que terminara, por que después me hacia una especie de juguetes con los huesos de aguacate y plumas de alguna ave, pato, gallo o a veces de el cotorro de mi abuela, El los llamaba gallitos, después en la tierra que tenia un color café amarillento y que olía a piru, pintaba un tiro al blanco para jugar solo un rato conmigo, Por que mi abuela lo comenzaba a molestar por estar conmigo tanto tiempo, me cargaba me daba un abrazo, y me decía en un susurro:
Ve ya con tu mama mi chocolatito y salúdame a tu papa, salía corriendo, siempre corriendo, cruzaba su huerta, llegaba a mi casa, mi madre me recibía Para comer y mi hermano aun bebe dormía, siempre dormía de hay bien ganado su apodo de panda (chatito, gordito y dormilón), Comía con el club del hogar en la tele, después una película mexicana en blanco y negro de algún ranchero, bienhechor y caballeroso que enamoraba a la muchacha cantando y sin darme cuenta me dormía un par de horas hasta que llegaban mis hermanos mayores de la primaria.
Esto fue algo común hasta que cumplí 6 años, después por asuntos de mis padres nos tuvimos que mudarnos a
Toluca a una casa que se termino de construir cuando yo nací y en la cual pasábamos parte de los fines de semana, un año después de que nos mudamos a Toluca mi abuelo mauro falleció y es algo que me costo mucho aceptar, la ultima vez que lo vi, estaba en cama reponiéndose de una operación me dijo; chocolatito ya estas mas grande, me quiso cargar y todos gritaron ¡no! El sonrió, yo también pero mi abuela me saco al corredor.
Ese tiempo fue muy difícil para mi, cambio todo, la casa, la escuela y hasta mis familia, todos se volvieron histéricos, tristes y violentos, además no había un día en el cual no peleara a golpes en la escuela primaria, esto hasta concluirla es algo que lo puedo jurar y en mi casa era algo muy parecido, así que mejor no hablo mas de este tiempo.
La otra parte donde pasábamos los fines de semana era con mi abuela paterna, ella se llamaba Asunción , pero yo solo le decía abuela por que su nombre me sonaba a velorio, ella era mas como mi padre de carácter, aun que un polo opuesto físicamente, ella era hosca , seria, de seño fruncido, pero de ojos claros trasparentes, muy blanca, sarcástica cínica y arrugada, muy arrugada, ella solo me dejaba besar su mano cuando la saludaba y hablaba conmigo solo lo suficiente como par que la acompañara a traer las limonadas, así es como ella les decía a la pépsi y al sidral de manzana o grosella , y así caminaba tras ella en las calles grises, desgastadas y llenas de gritos de arrabal de santa julia, era para mi muy extraño que solo encontraba tierra en las masetas, todo estaba cubierto con concreto y asfalto, los árboles siempre me parecían encerrados, atrapados en aquellas jardineras de palo sucio, viejo, abandonados y abonados involuntariamente con caca de perro, a eso olía todo el barrio, a caca de perro, a gasolina, disel, petróleo y concreto, era un alivio para mi pasar por la dulcería fina de mayoreo que estaba en la esquina y oler todo el aroma de los dulces, después de aquellos olores funestos era de verdad una purificación, algunas veces cuando mi tío/padrino, Jesús que trabajaba en una imprenta y que tenia mutilado dos dedos, me encontraba en la calle y me daba domingo, compraba en la dulcería chocolates rellenos de esos que tienen forma de balón, si era poco el domingo solo compraba unas monedas de chocolate y con eso era suficiente, me gustaba comerlos y olerlos muy despacio, para poder llegar a la tienda, regresar a la vecindad tomar mis juguetes y jugar en la pileta de los lavaderos, que por ser fin de semana estaban semivacíos, la pileta de estos lavaderos tenían ahora lo se forma de la runa Ehwaz, formando un estaque laberíntico ideal para jugar, además era el único lugar en todo la vecindad que solo olía a humedad, detergente y bronce era todo un refugio para mi olfato, hay esperaba hasta que mi madre me llamara a comer alguna exquisitez, lengua de res, albóndigas, pancita, todo siempre entomatado,¿ por que entomatado? No se pero siempre era así, esperábamos la tarde y de hay a la Terminal para partir Toluca y terminar el fin de semana en un verdadero paraíso para mi.
Ir a Toluca era desde el mismo camino una aventura para mi, el camión olía a don vainillón y tabaco, aun en esos años se podía fumar en casi todos los lugares, cines, supermercados, hospitales , clínicas y claro en los camiones, los vidrios eran verdosos en los cuales podía ver el bosque aun mas verde de lo común, el bosque comenzaba desde chaputepec y duraba casi todo el camino haciéndose cada vez mas espeso hasta Toluca, a veces cuando no hacia mucho frió mi padre dejaba que abriéramos un poco la ventanilla, yo me alegraba como perro paseado y pegaba mi nariz a la ventanilla después de un rato me quedaba dormido y despertaba ya en los brazos de mi padre que ya iba caminando por un sendero entre el maizal y una zanga pluvial llena de vida, se podía escuchar las ranas recibiendo la tarde y a los gorriones de zanja en plena reconciliación con la noche, el aroma era muy agradable, olía a todas las plantas un poco, a tejocote silvestre, a vainilla, a anís y a menta fresca muy fresca, la mañana siguiente me despertaba a buscar de donde provenían tantos aromas, comenzaba con las platas mas grandes y terminaba con las casi microscópicas platas que entre mas pequeñas mas particular era su aroma, podía pasarme horas en esto, después jugaba un poco con algunos vaqueros de plástico y hacia mis propias películas del canal cuatro, esas que veía entre semana en Contreras, después me llamaban a comer o almorzar, pero me mandaban antes a traer refrescos a la tienda eso es algo que me gustaba hacer por que podía correr sin reserva alguna y después mas grande en mi bici casi volaba, es mas había veces que podía sentir como las llantas de esta se desprendían del suelo, ( bueno pero lo que nunca e entendido es la adicción de mi familia hacia el refresco de cola), regresaba comía y me tiraba boca arriba en medio de la milpa de maíz de caña fuerte, verde, la tierra en medio de los surcos era calida, muy calida por los rayos de sol de medio día, fijaba mi vista en el cielo azul y las nubes blancas, para encontrar y descifrar las mil imágenes que podían salir de ellas en su lento movimiento.
Pero Bueno volviendo al Tiempo en el cual ya vivía en Toluca ya cursando el segundo grado de secundaria a una niña de ojos verdes y tristes hija del señor de la papelearía frente a la escuela que cursaba tercer año, le escribí una carta cursi y falsa, donde le pedía que fuera mi novia, ella apareció a la hora del descanso y me dijo, desde ahora somos novios, me dio un beso en los labios y para mis nervios en ese momento termino el descanso y tocaron el timbre, no la volví a ver nunca , ya que no regrese a la escuela, pues así sin mas aviso ese mismo día, guardaron mis cosas me metieron a el carro de mi padre y nos regresamos a vivir a Contreras.
Curse el tercero de secundaria lleno de prejuicios de mis compañeros, peleas para hacerme respetar una vez mas, aun que esta vez no era diario pero si cada 15 días , solo que en Contreras tenia una ventaja que no tenia en Toluca, yo acá era local así que la porra y el apoyo era mayor para mi, esto resulto contra producente por que años después aun cuando yo no era busca pleitos, la fama de chamaco pelionero ya no se me quito nunca y siempre me buscaban los primos y amigos para los acostumbrados paros o esquinas, el caso que siempre estaba yo por una cosa o otra entre fiestas y peleas.
Así una vez pasando los primeros dos años, me di cuenta que Contreras ya no era lo que era , era como si mi abuelo se hubiera llevado todo con el, ya nada era igual, ni lo volvería hacer.
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