martes, 8 de marzo de 2011

Imprudente



Una vez tuve el deseo de pegarme un tiro
Y elegí cuidadosamente la bala entre tantas,
Hermosa, brillante, plateada, le puse un nombre,
Le deseé, ame como alguien debe amar y desear.

Pulí el arma, lamí la bala y la metí en la recamara,
Corrí la corredera y firme apunte a mi corazón
Jale el gatillo, quemo la piel, cruzo la carne, quebró una costilla,
esquivo otra y lastimo el corazón, entro, salio y se perdió.

A veces la noche trae su silbido y palpita el corazón,
Tal vez enamorada la bala o tal vez no,
Tal vez temerosa la bala tal vez el corazón,
Tal vez solo fue que aquella mañana el temple me fallo.


Ahora tengo un sentimiento de atracción Por una pequeña espada de oro para abrir mi correo Y una bufanda de seda trenzada que va con mi color de piel, que me están guiñando el ojo

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